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Conjunto Histórico-Artístico de Olivenza

La imponente torre del homenaje recuerda la turbulenta historia de esta localidad pacense

Durante mucho tiempo España y Portugal se batieron en varias ocasiones por hacer suya esta ciudad.

Descripción:

Entre cerradas dehesas de encinares y hermosos alcornocales, hallarás Olivenza, una ciudad a la que los caballeros templarios dotaron de personalidad histórica. Fue precisamente la Orden del Temple la que la fundó allá por el siglo XIII, pero ha sido sinónimo de enfrentamiento a lo largo de la historia entre portugueses y castellanos por lograr su posesión. Y aunque nació como una aldea castellana, Portugal hizo de Olivenza la villa privilegiada y fortificada que ha llegado hasta nuestros días. De ahí, que sus calles y plazas, con casas blancas, edificios con arcadas y suelos adoquinados, conserven azulejos con el nombre en las dos lenguas, castellana y portuguesa.

Pero para azulejos, los portugueses de la capilla de la Casa de la Misericordia con escenas bíblicas llenas de inocentes anacronismos.

Al llegar a su casco antigo, descubrirás que reproduce la estructura original de las bastides: un cuadrilátero con cuatro puertas, cortado por dos calles perpendiculares que se cruzan en el centro. La llamada Ciudadela de Olivenza contaba con 4 lienzos y 14 torres. En cada lienzo se abría una puerta, de las que sólo dos, la de Alconchel y la de Los Ángeles, y el arco de una tercera, La Puerta de la Gracia, han llegado hasta nuestros días.

Olivenza posee un cuarto cinturón, una fortificación abaluartada construida para las Guerras de Restauración. De sus tres puertas, sólo se conserva la más monumental, la del Calvario.

En el lugar en la que estuvo situada la antigua fortaleza templaria, se construyó la alcazaba. Su emblemática Torre del Homenaje de 37 m de altura es la más alta de las torres de fortaleza en la frontera hispanoportuguesa. En ella se encuentra el Museo Etnográfico González Santana. Que no se te pase por alto.

Otro edificio nobiliario interesante es el Palacio Municipal, mal denominado Palacio de los Duques de Cadaval, ya que este edificio se construyó para las Casas Consistoriales, y para esto ha servido hasta la actualidad. Su singular puerta, de estilo manuelino, se ha convertido en el símbolo identificativo de la ciudad.

Tampoco puedes pasar por alto la Panadería del Rey, un Cuartel de Intendencia levantado en el siglo XVIII. En la planta baja puedes ver aún los huecos de los cuatro hornos, que dicen eran capaces de fabricar diez mil panes en un solo día. Hoy alberga parte del Museo Etnográfico.

Si al hablar de panes se te ha abierto el apetito, haz un alto en el camino y déjate seducir por la gastronomía oliventina. Sus platos influenciados por la cocina portuguesa se caracterizan por su sencillez y por el uso de productos de la tierra, caza, pesca y manjares silvestres, que harán las delicias de tu paladar.

¿Quién podría negarse a probar un consistente cocido extremeño o unas sabrosas migas de la tierra? Y de segundo, un plato de carne de retinto o una perdiz estofada. Aunque si aceptas un consejo, deja hueco para el postre, pues la repostería oliventina es digna de mención. Qué mejor que rematar un buen almuerzo con una Técula Mécula, un dulce típico de la ciudad, con reminiscencias portuguesas, elaborado con almendras, azúcar, yemas de huevo, clara, manteca de cerdo, harina y mantequilla.

Una vez hayas repuesto fuerzas, continúa tu visita por las construcciones religiosas. La Iglesia de Santa María del Castillo, de los siglos XVI y XVII, y la Iglesia de la Magdalena, del siglo XVI, son dos ejemplos de la genialidad de la arquitectura religiosa oliventina. La primera, de estilo clasicista, es una de las llamadas iglesias-salón por tener sus tres naves a la misma altura. En ella se conserva un espectacular Árbol de Jesé, el mayor que se conserva de los que aún quedan. Realizado en madera tallada y policromada y con 10,29 m de altura, representa el árbol genealógico de María y Jesús, inspirándose en la profecía de Isaías: “brotará un retoño del tronco de Jesé». La segunda, la Iglesia de la Magdalena, es de estilo manuelino, destaca por sus elementos decorativos naturalistas y marineros. Fue ganadora del concurso Mejor rincón de España 2012, organizado por la Guía Repsol.

Antes de finalizar tu recorrido por Olivenza, date un paseo por la Avenida de Portugal, más conocida como el Paseo Chico, centro neurálgico de la ciudad, y déjate caer por el Parque de los Pintasilgos para disfrutar de la naturaleza y soñar que abandonas este refugio templario a lomos de un caballo por el impresionante Puente Ajuda, hoy en ruinas por las riadas del río Guadiana y el castigo de las guerras fronterizas.

Detalles Adicionales

  • turismo@ayuntamientodeolivenza.com